Y ese defecto tan dañino de mal
utilizar las palabras, antes un te quiero resultaba de mil latidos, de vacíos
eternos y revoloteo en el estómago, de miradas fugaces, idas con el sonsonete
del otro, de sonrisas pensadas en el
recuerdo, de palabras inventadas de mocedades o si bien de copiadas que por lo
sentido parecían propia, él te quiero era sublime costaba tanto, justo por el
cumulo de acciones anteriores que
generen la seguridad para pronunciarla.
Por favor respete la letra y no
me malquiera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario