martes, 2 de febrero de 2016

Diatriba


Habría que incendiarle la imaginación, él tenía esa facultad en ella. Para quienes la conocían se trataba de un ser pragmático, práctico y prevenido, pero él precisamente  había accionado el botón que faltaba por encender, la había convertido en alguien mucho mejor mas sonriente y febril para el gusto de los que la rodeamos.

Era la medianoche del sábado cuando me llamó se moría por una cerveza, ese siempre es el pretexto que utiliza para insinuarme que quiere hablar, acostumbra a  aparecerse a la hora menos pensada a contarme sus ocurrencias; es necesario aclarar que entre tanta seriedad impuesta, existía en ella un ser exquisito lleno de locura y alegría. Al llegar me saludó con un reclamo, decía que debía haberle advertido de las redes del amor, que porque la había impulsado a continuar en esa “amistad erótica”;  repitió con cierto tono de sarcasmo lo que alguna vez le sugerí,

-Todo tiene  un tinte de sano, deja tanta impostura del siglo pasado y adéntrate en la posmodernidad, pequeña, eso no tiene nada malo, arriésgate; cuando fue la última vez que alguien te llamó la atención así.

Preguntó qué la había impulsado a este callejón sin salida, que porqué las cosas no podían ser como hace unos meses; sin importancia, sin amor, sin afecto, sin ganas de quedarse, sin amigos por compartir, sin despedidas ni llamadas para saludar; sin después, sin ganas de futuro. Pretendía que le explicara por qué tenía esas ganas imperiosas de escribirle, de compartir  de saber que habrá después. Me decía una y otra vez que era mejor antes, ya que tenía el control, no esperaba nada a cambio de lo que le daba y lo importante no era el corazón.

Le di un largo abrazo para que se calamara y tratara de escucharme. Me recriminó mi silencio y solicito respuestas, en tono burlesco y para alivianar la situación le  contesté  te estás enamorando, que me hacía feliz que lo sintiera de nuevo; a pesar de su penetrante mirada le afirme que no era tan malo el estado del amor que era una cuestión de  decirlo  y asumir que también hay respuestas negativas.

Al terminar mi diatriba se levanto, caminó largo rato por el apartamento tomó lentamente su cerveza y se fue. Aun espero que aparezca en mi vida a contarme el fin de su historia que empezó con un tinte de nada y se le convirtió en parte de su todo.

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