Entrar salir, dejar pasar o quedarse, su absoluta intrepidez lo
mantenían absorto de esa inquietante ciudad, libaba con cada comida un licor de reserva especial, afirmaba que la
hora de la muerte debía recibir la solemnidad de los ritos sacerdotales.
El precio de la paz estaba por encima de su sangre.
Esa noche mataría a su hermano.
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