martes, 2 de febrero de 2016

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Entrar salir, dejar pasar o quedarse, su absoluta intrepidez lo mantenían absorto de esa inquietante ciudad, libaba con cada comida un licor de reserva especial, afirmaba que la hora de la muerte debía recibir la solemnidad de los ritos sacerdotales.
El precio de la paz estaba por encima de su sangre.

Esa noche mataría a su hermano. 

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